Los brillos opacados por el destino.
Tuvo la desdicha de nacer dónde sólo abunda la carencia; en casilla de un ambiente que el ingenio y unas cuantas sábanas pudieron convertirlo en hogar de dos habitaciones y un living comedor; pero sin espacio para la comodidad. Su padre siempre ha trabajado de lo que surja y lo que surgía nunca le daba tiempo para estar en casa o recordar cumpleaños; y su madre ha sido una fábrica de crear hijos pero se ha cuidado de no quedar apegada sentimentalmente a sus creaciones. Guadalupe tuvo que aprender de chica a esconder las ambiciones y sus sueños son sólo óxido en algún lugar de su alma.
De chica ya era linda, tez blanca con hermoso pelo lacio color carbón y grandes y redondos ojos negros que le daban una mirada única. Aprendió a ser hermana y madre de sus hermanos, ya a los diez tomó la iniciativa de salir a buscarles el plato de comida que solía escasear. Pero en mundo de carencia lo que sobran son los desbordes y Guadalupe comenzó a rozarse con el universo de las drogas y el alcohol. Cuando vagaba por ahí lograba salir ilesa a duras penas, pero era sólo una cuestión de tiempo; en su casa no había quién imponga límites ni existía un hermano mayor que aconseje. En escala de valores de invención propia ella decidía lo que estaba bien y mal.
La adolescencia llegó como lo hace siempre y su deseo de explorar fue el caldo de cultivo para el pecado. El alcohol era cosa de todos los días desde los doce, la droga, en cambio, era un poco más nueva. Ese mundo gris no hizo otra cosa que apagarle el brillo de los ojos y su mirada perdió toda la inocencia. Si alguna vez tuvo una esperanza de algo, ese sentimiento hacía rato que se había muerto; ni siquiera sus hermanos le preocupaban ahora, como si supiera que, como ella, tenían el destino marcado. Las hormonas la llevaron a Guadalupe a coquetear frecuentemente con el sexo casual y lograba callar su conciencia imaginándose enamorada durante el acto. Pero siempre fue chica de memoria corta; así era todo más fácil. En aquellos lugares que la educación sexual escasea como casi todo, el embarazo está a la orden del día y fue una cuestión de suerte que a ella no le haya llegado antes. Pero finalmente llegó a los quince.
La madre, luego de enterarse, sólo le preguntó si conocía al padre y después se fue a amamantar a su octavo hijo. El papá de Guadalupe, en cambio, reaccionó como lo hace tan seguido: la golpeó durante quince minutos y luego se marchó en silencio a trabajar de lo que había surgido. Guadalupe lloró su adolescencia tirada en ese piso de esa casilla de esa villa de este mundo. Y lloró, y lloró. Nadie recuerda si alguna vez lo había hecho antes, pero ese día lloró para compensar todas las lágrimas y todos los dolores del alma que tanto había guardado. Cuando finalmente el corazón se encontró seco, Guadalupe se paró, tomo algunas de sus ropas y se marchó para siempre. Jamás volvió a ver a sus padres ni a sus hermanos.
Ahora vive en villa vecina en casa de un ambiente que, con sábanas e ingenio, logró separar en dos. Su nuevo novio no tiene trabajo fijo pero subsisten. Ella se está dedicando a fabricar hijos; la mayor ya tiene ocho, es de tez blanca y ojos negros hermosos llenos de brillo e inocencia. Se crió sin muchos límites y está aprendiendo a conocer el mundo. Dicen que ya la han visto coqueteando con el alcohol y las drogas y que ya no se preocupa tanto por sus hermanos. Dicen que ya no tiene esperanzas.
Espero que no sea así.
Copyright © 2006
De chica ya era linda, tez blanca con hermoso pelo lacio color carbón y grandes y redondos ojos negros que le daban una mirada única. Aprendió a ser hermana y madre de sus hermanos, ya a los diez tomó la iniciativa de salir a buscarles el plato de comida que solía escasear. Pero en mundo de carencia lo que sobran son los desbordes y Guadalupe comenzó a rozarse con el universo de las drogas y el alcohol. Cuando vagaba por ahí lograba salir ilesa a duras penas, pero era sólo una cuestión de tiempo; en su casa no había quién imponga límites ni existía un hermano mayor que aconseje. En escala de valores de invención propia ella decidía lo que estaba bien y mal.
La adolescencia llegó como lo hace siempre y su deseo de explorar fue el caldo de cultivo para el pecado. El alcohol era cosa de todos los días desde los doce, la droga, en cambio, era un poco más nueva. Ese mundo gris no hizo otra cosa que apagarle el brillo de los ojos y su mirada perdió toda la inocencia. Si alguna vez tuvo una esperanza de algo, ese sentimiento hacía rato que se había muerto; ni siquiera sus hermanos le preocupaban ahora, como si supiera que, como ella, tenían el destino marcado. Las hormonas la llevaron a Guadalupe a coquetear frecuentemente con el sexo casual y lograba callar su conciencia imaginándose enamorada durante el acto. Pero siempre fue chica de memoria corta; así era todo más fácil. En aquellos lugares que la educación sexual escasea como casi todo, el embarazo está a la orden del día y fue una cuestión de suerte que a ella no le haya llegado antes. Pero finalmente llegó a los quince.
La madre, luego de enterarse, sólo le preguntó si conocía al padre y después se fue a amamantar a su octavo hijo. El papá de Guadalupe, en cambio, reaccionó como lo hace tan seguido: la golpeó durante quince minutos y luego se marchó en silencio a trabajar de lo que había surgido. Guadalupe lloró su adolescencia tirada en ese piso de esa casilla de esa villa de este mundo. Y lloró, y lloró. Nadie recuerda si alguna vez lo había hecho antes, pero ese día lloró para compensar todas las lágrimas y todos los dolores del alma que tanto había guardado. Cuando finalmente el corazón se encontró seco, Guadalupe se paró, tomo algunas de sus ropas y se marchó para siempre. Jamás volvió a ver a sus padres ni a sus hermanos.
Ahora vive en villa vecina en casa de un ambiente que, con sábanas e ingenio, logró separar en dos. Su nuevo novio no tiene trabajo fijo pero subsisten. Ella se está dedicando a fabricar hijos; la mayor ya tiene ocho, es de tez blanca y ojos negros hermosos llenos de brillo e inocencia. Se crió sin muchos límites y está aprendiendo a conocer el mundo. Dicen que ya la han visto coqueteando con el alcohol y las drogas y que ya no se preocupa tanto por sus hermanos. Dicen que ya no tiene esperanzas.
Espero que no sea así.
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Comentarios
ya le heche una leida a tu pagina y me parecio sumamente interesante, me gusto mucho.
ok ahora dejare de hablar con tanta propiedad y mejor te digo las cosas mas frescas ja ja, en serio me gusto mucho tu pagina esta fregona y pues que mas pus somos "tocaios" yo tambien soy memo.
nos estamos leyendo.
Quiero seguirte leyendo. Un beso.
...yo acabo de icluir el tuyo!
Nuestro sistema es cruel, es un monstruo al que no se puede decapitar y existirá mientras tenga espíritu. Alma jamás tendrá y por lo mismo, es posible de enfrentar.
Saludos
Nuestras manos y conciencias pueden hacer mucho... El escrito es un paso importante... ¿cuán trabajoso es llegar a la práxis? He ahí el dilema...
Saludos...
Saludos desde Catalunya !
un saludo-.
Gracias por tu mensaje, yo igual tengo poquito tiempo para ver otras paginas pero muchas gracias. Espero recibir comentarios.
By the way, estoy estudiando literatura en la Universidad Catolica de Chile. Que haces tu?
Saludos desde Santiago.
Nosé como poner los links, decime como hago asi pongo el de tu blog.
Saludos!