El crujir del los corazones que no laten.

De fondo sonaba suavemente una guitarra mientras él le susurraba palabras al oído; no había amaneceres ni ocasos en ese sitio, ni siquiera tiempo. Los días, posiblemente, se sucedieran en el exterior, pero no allí donde el parqué del piso poseía vida y se animaba a conversar con el hogar que siempre estaba encendido. Hace tiempo que en esa casa no se oye una carcajada, mucho menos un llanto; como si cualquier muestra de sentimiento se hubiera marchito con el tiempo convirtiendo las habitaciones en santuarios del vacío, donde sólo se escucha el crujir del techo y los ecos del corazón.
Han pasado tanto tiempo juntos que ni siquiera saben si han estado separados; el único hijo que tuvieron les fue arrebatado por la tragedia demasiado temprano y el dolor que quedó mató las esperanzas de tener otro. Es ese dolor el que se ha marcado a fuego en sus almas y resuena cada día, como si se hubiera encarnizado con ellos. Juntos se olvidaron del significado de luchar y la palabra vivir ya suena desconocida. Supieron acostumbrarse al silencio y a la monotonía de lo gris, no por opción sino por comodidad; y juntos dejaron que el tiempo pase sin que el sufrimiento se dé por enterado. Ella suele tejerle bufandas y gorros que él almacena en un armario sucio, de vez en cuando estrena alguno y se sienta frente al fuego del hogar a contarse arrugas, a ver brillos ajenos; ella calla a su lado concentrada en su lana que va y viene, que nunca le pregunta cómo está. Los suspiros suelen amontonarse y escurrirse por todo el caserón buscando respuestas o señales, o algo.
En el barrio nunca han escuchado otra palabra de ella además del hola pálido de cada mañana en la panadería, y de él sólo se sabe que existe, jamás se lo ha visto. Pero no le importa, él sólo sabe del paso del tiempo cuando se descubre anciano en el espejo y cabizbajo va a sentarse esperando al olvido que nunca llega; ella anhela con encontrarlo revolviendo el estofado del día que es una versión demasiada parecida al de ayer y al de mañana.
Ya están muy viejos y este invierno es demasiado crudo para el frío de ese hogar sin vida. Tal vez, un día de estos, tengan por fin una visita; tal vez la muerte venga a visitarlos y, si tienen suerte, tal vez los encuentre abrazados en su cama, con una sonrisa, felices de saber que la agonía ha terminado. Ojalá les espere algo... algo.

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6 Comments:

  1. Anónimo said...
    La vida se alimenta en los hijos, y si ellos alguna vez no están, se queda vacía, tan vacía que se asemeja a la muerte.
    El relato de esta historia tiene tanto sentimiento como sólo puede tenerlo un corazón lleno de amor.
    JGM said...
    Hola!
    Me gusto mucho tu mensaje. Me alegro que te haya gustado el blog. Es bueno a veces compartir los pensamientos y sentirse un poco mas acompañado.
    Lei que sos de La Plata justamente hoy voy para allá. jaja!
    te dejo mi mail x si qres charlar x msn :)
    heyjudecita@hotmail.com

    saludos!
    Ripley said...
    Hola : gracias por pasarte por mi blog, encantada de haberte descubierto, también yo me pasaré por el tuyo. un beso
    constance said...
    si hay algo bueno que te permite la lectura de un buen texto, de un buen relato, es transportarte.

    tu logras eso.

    me gsuat como escribes.

    saludos desde Chile.



    C.



    pd:lo de fast track, deberias sacrlo, cada vez que entars a la pagina te pide instalar el programa, y es molesto.. jajaja.. solo eso.
    Tatu... said...
    Paso devolviendo tu saludo querido amigo argentino y adjunto unas felicitaciones por éste escrito que la verdad me ha gustado mucho.

    Te agradezco tu visita y créeme que cuando pueda vuelvo por acá (ojalá sea pronto, aunque tengo mi pc algo malo).

    ... por cierto, yo también tengo algo en común contigo, me encanta "detenerme cuando veo algo que me llama la atención", y así como tu lo guardo en la memoria y trato de no disolver ese recuerdo.

    Un gusto haberte dejado mi comentario, y un saludo desde Colombia!!
    Anónimo said...
    me gusta mucho lo q escribis, la verdad hace rato no leia, y me encanta, entre de casualidad pero ya estas en mis favoritos.
    gracias x escribir tan lindo

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