He vuelto (con vida... y viviendo)
Este posteo es para informarles lo que me pasó a aquellos que no se enteraron lo sucedido y para contarles las novedades a aquellos otros que sí sabían.
El sábado 24 de junio comencé con fuerte dolor de cabeza; lo adjudiqué a una presunta gripe porque también sentía cierta debilidad y es bastante común eso en mí. Pero días después (el miércoles 28) tuve la sensación de pérdida de sensibilidad en la mano izquierda, primero, y en la pierna después. El retroceso motriz avanzó hasta que el sábado 1ro de julio a la noche ya no pude manejar el tenedor y caminar comenzó a ser un trabajo forzoso. Me asusté. El domingo 2 decidí ir a ver a un médico. La dificultad para moverme era evidente, incluso a las escaleras del Instituto Médico Platense no pude subirlas ese día y me llevaron en silla de ruedas a la guardia. Al verme el médico notó que algo estaba muy mal porque ya, directamente, no coordinaba los movimientos. Llamó, entonces a un neurólogo de emergencia y me hicieron una tomografía. El resultado dio que tenía algo en la cabeza, que no se sabía qué era pero que, definitivamente, no debía estar. Automáticamente quedé internado (por primera vez en mi vida). Para determinar fehacientemente qué era lo que tenía debían hacerme una resonancia magnética. Mientras tanto mi cabeza trabajaba de mil maneras y miles de pensamientos me cruzaban sin cesar; mi mayor temor era el de no poder moverme. Las tareas simples y cotidianas como vestirme o bañarme habían cobrado una complejidad descomunal.
Pese a que el resultado de la resonancia no fue concluyente, de las miles de sospechas sobre lo que podía ser quedaron sólo dos: o era un tumor, que sin importar si era maligno o benigno había que sacar a través de cirugía, o era un absceso; una bolita de pus causada por una infección. Había un gran problema y era que el hijo de puta estaba muy adentro y, por más que al principio no lo quise ver, la situación era MUY complicada. Afortunadamente me propuse pelearla y me mantuve de muy buen humor siempre. No servía de nada estar mal; ya estaba en el baile y había que bailar. Me sirvió mucho (MUCHÍSIMO) el apoyo de toda la gente: Flor, familia, amigos, conocidos, conocidos de conocidos; lejanos, cercanos… todos, de alguna manera u otra dijeron presente y eso jamás voy a olvidarlo. (GRACIAS) También fue imprescindible el trabajo de los médicos y enfermeras, todos excelentes profesionales que me contuvieron y me dieron confianza. Tengo tres médicos: Diego Pipet (médico clínico, un ser extraordinario), Eduardo Guerra (neurocirujano, una persona fantástica) y Leandro Hidalgo (el médico que cada mañana me revisa y me da fuerzas y energía). Guerra decidió hacer una interconsulta a Burry, un neurocirujano que es una eminencia. Él propuso un procedimiento para dar un diagnóstico concreto: hacer una estereotaxia, algo que parece ser sacado de una peli de ciencia ficción que, tomografía mediante, y con un anillo de metal en la cabeza, se saca la ubicación milimétrica del objeto extraño y luego de ser cargado en una computadora una aguja automatizada penetra directamente y toma una muestra para analizar. Esto fue el jueves y una vez que yo di mi aprobación se puso fecha para el viernes.
Estaba expectante. Nervioso. Las sensaciones eran miles. A las seis de la tarde me vinieron a buscar y, pese a que me habían dado dos tranquilizantes, las piernas me temblaban como nunca he visto. En la sala de tomografía me pusieron el anillo metálico en la cabeza que debía ir ajustado con tornillos (porque no debía moverse ya que esa era la guía para la aguja). El dolor que sentí mientras me lo ajustaban fue, sencillamente, indescriptible. Al ver las caras de preocupación de los médicos tomé real conciencia: si era un tumor las posibilidades de sobrevivir eran escasas. Realmente. Tuve mucho miedo, pensaba que no dejaba nada palpable de mí (ni tuve un hijo, ni planté un árbol, ni escribí un libro o filmé una peli) Me imaginé siendo sólo un recuerdo que se desvanece con el tiempo… Fue duro, porque uno a los 21 años se cree invulnerable y cree que nada puede pasar. Pero de pronto la vida nos pega una cachetada y nos muestra la relatividad de tantas cosas que uno asume como problemas y en realidad son nimiedades. Reales estupideces. Y todo toma otra cualidad, y el pasado se hace añicos, el presente, como siempre, es lo único que existe y el futuro sólo es una gran duda, una incógnita perdida en el espacio. ¿Qué somos? ¿Cuánto valemos? Preguntas sin respuestas. Mientras el tomógrafo trabaja y los médicos me miran con preocupación y el anillo me hace sangrar. Los segundos pasaban de manera extraña. Pensé en el valor de los afectos, sentí en mi corazón el apoyo de muchos y sentí que poseía razones para pelearla con todo. Preguntarse el por qué no valía la pena, sólo debía importarme el cómo. Cómo sobrepasarlo.
La tomografía terminó y comenzaron a prepararme para el quirófano. Sólo restaba esperar y confiar en los médicos. En la camilla, solo, sentí una especie de increíble tranquilidad. Lo último que recuerdo es que me cortaban el pelo en la nuca y que el médico me hacía un gesto de confianza. Era el momento.
Desperté con la cabeza tapada con una frazada y creí que estaba muerto, hasta que comenzó a brotarme un enorme calor y una sensación de claustrofobia. Pero no podía moverme, ni siquiera sabía si ya me habían operado. Logré pedir que me destaparan y… la luz volvió. Pese a que tenía grandes dolores sabía que todo había salido bien. Mientras me sacaban del quirófano el médico se acercó portando una cara de felicidad que jamás olvidaré y me dio la noticia: ¡No era un tumor! Cuando pincharon salió pus por lo que era un absceso que con antibióticos puede ser eliminado. Hubo jolgorio, lágrimas, festejos y abrazos. Lo peor había pasado.
Me llevaron a la habitación y mis viejos se fueron a festejar mientras yo descansaba (después, a las dos de la mañana volvieron como adolescentes, bastante borrachos y me despertaron entre lágrimas y palabras que yo no entendía pero sabía lo que significaban). El sábado 8 de julio comenzó una nueva vida. Desperté sin dolores y con la sensación de estar recuperando movimientos (cosa que no dije hasta estar seguro para no crear falsas expectativas). A la noche fue evidente que estaba progresando: la mejoría estaba siendo tan rápido como el retroceso que antes había sufrido. El domingo (día de la final de la copa del mundo) caminé por la clínica. La felicidad es total. El miedo había sido grande. Y este mail que empecé con esfuerzo ayer domingo 9 y estoy terminando hoy lunes 10 es la muestra que mi mano izquierda está recuperando la vida. De a poco, pero sin pausa. Ahora resta ver de dónde surgió la infección en la cabeza y hacer rehabilitación. Pero las expectativas son, definitivamente, muchísimo mejores (hace tan solo cuatro días un médico deslizó la posibilidad que, de no matarme, el intruso me iba a obligar a quedarme internado un lapso de tiempo no menor a seis meses).
Todo pasó extraordinariamente rápido. Hoy hace tan solo ocho días que estoy internado. Y siento ser otro. Es extraña la vida… no cabe duda. Y hoy, tal vez tarde, tengo enorme ganas de abrazar a cientos (realmente son cientos) y decirles que les agradezco con todo mi corazón la preocupación, el apoyo y el ofrecimiento de ayuda de cualquier tipo. Supongo que a veces he sido algo ciego, seguramente debería haber notado antes el valor de tantas pequeñas cosas tan importantes. También supongo que no es tarde. Y continúo. Viviendo. Sobreviviendo, siendo el mismo y otro. Conociendo mi cualidad de pasajero, de etéreo, de suspiro. Y, por sobre todo, de relativo…
ENORMES Y SINCERAS GRACIAS A TODOS,
LOS QUIERO.
Memo.
PD: hace un rato vino el médico y me informó que la infección en la cabeza tiene la raíz en una infección en una válvula del corazón (pero no afectó su funcionamiento) y el sistema circulatorio la trasladó al cerebro. Falta determinar con exactitud qué bacteria es para atacarla con antibióticos. No hace falta intervención quirúrgica porque no poseo ninguna deficiencia cardiaca. Hay que seguir esperando, la ansiedad no sirve de nada. Estoy en las mejores manos y voy a dejar que los hechos y las noticias surjan naturalmente. Ni voy a pensar en el alta ni a apresurarme… Sólo pienso en lo lindo que es ser querido y aún tener la vida para vivirla.
El sábado 24 de junio comencé con fuerte dolor de cabeza; lo adjudiqué a una presunta gripe porque también sentía cierta debilidad y es bastante común eso en mí. Pero días después (el miércoles 28) tuve la sensación de pérdida de sensibilidad en la mano izquierda, primero, y en la pierna después. El retroceso motriz avanzó hasta que el sábado 1ro de julio a la noche ya no pude manejar el tenedor y caminar comenzó a ser un trabajo forzoso. Me asusté. El domingo 2 decidí ir a ver a un médico. La dificultad para moverme era evidente, incluso a las escaleras del Instituto Médico Platense no pude subirlas ese día y me llevaron en silla de ruedas a la guardia. Al verme el médico notó que algo estaba muy mal porque ya, directamente, no coordinaba los movimientos. Llamó, entonces a un neurólogo de emergencia y me hicieron una tomografía. El resultado dio que tenía algo en la cabeza, que no se sabía qué era pero que, definitivamente, no debía estar. Automáticamente quedé internado (por primera vez en mi vida). Para determinar fehacientemente qué era lo que tenía debían hacerme una resonancia magnética. Mientras tanto mi cabeza trabajaba de mil maneras y miles de pensamientos me cruzaban sin cesar; mi mayor temor era el de no poder moverme. Las tareas simples y cotidianas como vestirme o bañarme habían cobrado una complejidad descomunal.
Pese a que el resultado de la resonancia no fue concluyente, de las miles de sospechas sobre lo que podía ser quedaron sólo dos: o era un tumor, que sin importar si era maligno o benigno había que sacar a través de cirugía, o era un absceso; una bolita de pus causada por una infección. Había un gran problema y era que el hijo de puta estaba muy adentro y, por más que al principio no lo quise ver, la situación era MUY complicada. Afortunadamente me propuse pelearla y me mantuve de muy buen humor siempre. No servía de nada estar mal; ya estaba en el baile y había que bailar. Me sirvió mucho (MUCHÍSIMO) el apoyo de toda la gente: Flor, familia, amigos, conocidos, conocidos de conocidos; lejanos, cercanos… todos, de alguna manera u otra dijeron presente y eso jamás voy a olvidarlo. (GRACIAS) También fue imprescindible el trabajo de los médicos y enfermeras, todos excelentes profesionales que me contuvieron y me dieron confianza. Tengo tres médicos: Diego Pipet (médico clínico, un ser extraordinario), Eduardo Guerra (neurocirujano, una persona fantástica) y Leandro Hidalgo (el médico que cada mañana me revisa y me da fuerzas y energía). Guerra decidió hacer una interconsulta a Burry, un neurocirujano que es una eminencia. Él propuso un procedimiento para dar un diagnóstico concreto: hacer una estereotaxia, algo que parece ser sacado de una peli de ciencia ficción que, tomografía mediante, y con un anillo de metal en la cabeza, se saca la ubicación milimétrica del objeto extraño y luego de ser cargado en una computadora una aguja automatizada penetra directamente y toma una muestra para analizar. Esto fue el jueves y una vez que yo di mi aprobación se puso fecha para el viernes.
Estaba expectante. Nervioso. Las sensaciones eran miles. A las seis de la tarde me vinieron a buscar y, pese a que me habían dado dos tranquilizantes, las piernas me temblaban como nunca he visto. En la sala de tomografía me pusieron el anillo metálico en la cabeza que debía ir ajustado con tornillos (porque no debía moverse ya que esa era la guía para la aguja). El dolor que sentí mientras me lo ajustaban fue, sencillamente, indescriptible. Al ver las caras de preocupación de los médicos tomé real conciencia: si era un tumor las posibilidades de sobrevivir eran escasas. Realmente. Tuve mucho miedo, pensaba que no dejaba nada palpable de mí (ni tuve un hijo, ni planté un árbol, ni escribí un libro o filmé una peli) Me imaginé siendo sólo un recuerdo que se desvanece con el tiempo… Fue duro, porque uno a los 21 años se cree invulnerable y cree que nada puede pasar. Pero de pronto la vida nos pega una cachetada y nos muestra la relatividad de tantas cosas que uno asume como problemas y en realidad son nimiedades. Reales estupideces. Y todo toma otra cualidad, y el pasado se hace añicos, el presente, como siempre, es lo único que existe y el futuro sólo es una gran duda, una incógnita perdida en el espacio. ¿Qué somos? ¿Cuánto valemos? Preguntas sin respuestas. Mientras el tomógrafo trabaja y los médicos me miran con preocupación y el anillo me hace sangrar. Los segundos pasaban de manera extraña. Pensé en el valor de los afectos, sentí en mi corazón el apoyo de muchos y sentí que poseía razones para pelearla con todo. Preguntarse el por qué no valía la pena, sólo debía importarme el cómo. Cómo sobrepasarlo.
La tomografía terminó y comenzaron a prepararme para el quirófano. Sólo restaba esperar y confiar en los médicos. En la camilla, solo, sentí una especie de increíble tranquilidad. Lo último que recuerdo es que me cortaban el pelo en la nuca y que el médico me hacía un gesto de confianza. Era el momento.
Desperté con la cabeza tapada con una frazada y creí que estaba muerto, hasta que comenzó a brotarme un enorme calor y una sensación de claustrofobia. Pero no podía moverme, ni siquiera sabía si ya me habían operado. Logré pedir que me destaparan y… la luz volvió. Pese a que tenía grandes dolores sabía que todo había salido bien. Mientras me sacaban del quirófano el médico se acercó portando una cara de felicidad que jamás olvidaré y me dio la noticia: ¡No era un tumor! Cuando pincharon salió pus por lo que era un absceso que con antibióticos puede ser eliminado. Hubo jolgorio, lágrimas, festejos y abrazos. Lo peor había pasado.
Me llevaron a la habitación y mis viejos se fueron a festejar mientras yo descansaba (después, a las dos de la mañana volvieron como adolescentes, bastante borrachos y me despertaron entre lágrimas y palabras que yo no entendía pero sabía lo que significaban). El sábado 8 de julio comenzó una nueva vida. Desperté sin dolores y con la sensación de estar recuperando movimientos (cosa que no dije hasta estar seguro para no crear falsas expectativas). A la noche fue evidente que estaba progresando: la mejoría estaba siendo tan rápido como el retroceso que antes había sufrido. El domingo (día de la final de la copa del mundo) caminé por la clínica. La felicidad es total. El miedo había sido grande. Y este mail que empecé con esfuerzo ayer domingo 9 y estoy terminando hoy lunes 10 es la muestra que mi mano izquierda está recuperando la vida. De a poco, pero sin pausa. Ahora resta ver de dónde surgió la infección en la cabeza y hacer rehabilitación. Pero las expectativas son, definitivamente, muchísimo mejores (hace tan solo cuatro días un médico deslizó la posibilidad que, de no matarme, el intruso me iba a obligar a quedarme internado un lapso de tiempo no menor a seis meses).
Todo pasó extraordinariamente rápido. Hoy hace tan solo ocho días que estoy internado. Y siento ser otro. Es extraña la vida… no cabe duda. Y hoy, tal vez tarde, tengo enorme ganas de abrazar a cientos (realmente son cientos) y decirles que les agradezco con todo mi corazón la preocupación, el apoyo y el ofrecimiento de ayuda de cualquier tipo. Supongo que a veces he sido algo ciego, seguramente debería haber notado antes el valor de tantas pequeñas cosas tan importantes. También supongo que no es tarde. Y continúo. Viviendo. Sobreviviendo, siendo el mismo y otro. Conociendo mi cualidad de pasajero, de etéreo, de suspiro. Y, por sobre todo, de relativo…
ENORMES Y SINCERAS GRACIAS A TODOS,
LOS QUIERO.
Memo.
PD: hace un rato vino el médico y me informó que la infección en la cabeza tiene la raíz en una infección en una válvula del corazón (pero no afectó su funcionamiento) y el sistema circulatorio la trasladó al cerebro. Falta determinar con exactitud qué bacteria es para atacarla con antibióticos. No hace falta intervención quirúrgica porque no poseo ninguna deficiencia cardiaca. Hay que seguir esperando, la ansiedad no sirve de nada. Estoy en las mejores manos y voy a dejar que los hechos y las noticias surjan naturalmente. Ni voy a pensar en el alta ni a apresurarme… Sólo pienso en lo lindo que es ser querido y aún tener la vida para vivirla.
Comentarios
bueno la verdad que no sabia ue existia esto..jeje.. esta buena la pagina es interesante.
Sobre todo esto que te paso nos sirvio a todos, nos sirvio a darnos cuenta de lo importante y de las pavadas y del sentido de la vida.Tambien nos sirvio para darnos cuenta lo importante que es cada segundo de vida y que le tiempo es sumamnnete valioso y no hay que desperdiciarlo (aunque duerma mucho y vos me retes :P)
bue.. te voy dejando porq me tengo que ir!
besotes
suerte
te quiero muchisimo!!!
y estoy orgullosa de tener un hermano asi, que la haya luchado hasta con la fuerza que no tenia.
Solo puedo mandarte saludos y agradecerte por permitirme leer vuestras historias
Te mando un abrazo!
Celeste
me alegro que se hayan cruzado y que sea tu medico.
tuviste la suerte de caer en sus manos!!
mercedes cueto rua