En el `Flower Power´.

Amaneció tardíamente aquella mañana, cuando el sol buscó, insistente, por dónde escabullirse de la barrera que un enorme cúmulo de nubes grises había formado; mientras el gigante rutinario iniciaba su despertar, con cientos que brotaban en cada esquina, amontonándose en alguna parada de colectivo, en alguna avenida o, simplemente, en la puerta del trabajo de turno.
Los alaridos del reloj se oían con un austero sabor a queja, harto de pasar inadvertido, cada mañana, por varios minutos. Cuando el brazo de Silvio se estiró, la habitación recobró su usual silencio. Durante un par de minutos él no reaccionó, pero luego, percatándose de que la casa había comenzado con su habitual canto mudo, actuó en conciencia un exagerado bostezo que tenía, como único fin, ahogar el espacio con el sonido de la existencia. Del otro lado de la cama se oyó un gemido de ella que intentaba funcionar como reproche, pero su difusa convicción aniquilaba con su objetivo y, por ende, el eco se desparramó en vano sin hallar receptor. Y un sonido que no se oye posee tanta existencia como una botella tirada al mar y perdida en la eternidad.
Después de una larga ducha, Silvio, a medio vestir, comenzó a afeitarse en el lavatorio, viendo el cansancio de sus ojos reflejados en el espejo nebuloso. En ese instante sintió el aroma del café que su esposa preparaba, y le causó repulsión. Otra vez, como ayer, y como hacía más de veintisiete años, el olor del desayuno llegaba en el momento en el que él estaba afeitándose. Odiaba esa casa funcionando de manera tan autómata, con aburrida perfección, con insoportable rutina. El hastío ya lo había sentido mucho antes de sus bodas de plata, pero en los últimos años ese sentimiento había crecido haciendo que los días comenzaran a olerle a putrefacción.
Sólo aquellas veces en que algo cambiaba por accidente eran, para Silvio, días en los que valía la pena sonreír, por lo menos en un par de oportunidades. Como la vez en que su esposa, al momento de preparar el desayuno, descubrió que el café se había acabado sin previo aviso. Ella se sabía perfecta, y por tal motivo era conciente que no se le habría pasado por alto ese detalle, por eso culpó a su marido. Silvio reconoció haberlo arrojado adrede la noche anterior, aunque su esposa nunca comprendió el por qué, y sigue pensando que el café estaba en mal estado.
Silvio atravesó a pie el centro del gigante rutinario, hasta su lugar de trabajo. No usaba medios de transporte por respeto a algunas infantiles convicciones que mantenía como despojos de su juventud. Las guardaba como tesoros preciados, nostalgias de una época inolvidable. Ya en su oficina de una gran compañía de seguros, trató de maquillar con un éxito moderado, como todos los días, el gesto impávido que la vida moderna le había impreso en su cara. Silvio soñaba con metamorfosearse, con despertarse un día y ver que un cambio tan radical le impedía vivir el mundo; pero esa transformación se negaba a suceder. Y entonces, simplemente, se rendía al oír el despertador cada mañana y se levantaba, se duchaba, afeitaba su rostro mientras olía el café, esquivaba los besos de su esposa y se refugiaba lejos de casa, todo el tiempo posible.
A la salida del trabajo; en el atardecer, cuando el gigante se alistó para dormir; Silvio caminó una cuadra, hasta el Flower Power, un bar muy pequeño y acogedor. Allí, sentado en una mesa especialmente reservada cada día, rememoró sus épocas de fuertes ideologías, cuando la segunda mitad de los sesenta lo encontró en Europa y creía que las utopías no eran tan utópicas, que la paz era posible, la libertad necesaria y los arco iris nocturnos un hecho. Vivió en Inglaterra, Holanda e incluso, en el sesenta y ocho, estuvo en París y formó parte del mayo francés.
El destino, la vida, tal vez lo inevitable del sistema o su esposa, lo hicieron formar parte de lo que odiaba. Y esa contradicción, conjugada con el agobio de lo cotidiano, el placer perdido, los besos fríos y el sexo descafeinado, fueron el cóctel que creció hasta resultar altamente explosivo. El límite de lo soportable ya había sido superado y esa noche su mente estaba tan atormentada que cualquier cosa hubiera sido posible. Silvio, además del whisky de siempre, le pidió al mozo, con timidez y confidencia, un cigarrillo de marihuana.
Se recostó sobre su silla, cerró los ojos y, mientras inhalaba rebeldía, sintió que un escalofrío recorría su cuerpo y le daba una tranquila paz. Era un sentimiento extraño, pero por alguna razón, altamente reconfortante. Allí descubrió que la metamorfosis no sucedería sola y sintió el sabor de la libertad, cuando comprendió que sobre lo único que tenía control, era sobre su vida.
Salió del bar ya de madrugada, mientras el gigante dormía profundamente, y caminó sonriente mirando hacia las alturas buscando algún arco iris nocturno. Rió a carcajadas; en soledad, en una callecita perdida; cuando halló el cielo lleno de esos arco iris. Cada uno se elevaba como un enorme portal frente a sí y tenía enormes ganas de atravesarlos. No estaba seguro de casi nada, pero sí de que no volvería jamás a su casa.

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17 Comments:

  1. Emmanuel Frezzotti said...
    Cada vez que se produce una tardanza en la publicación del cuento, es porque no podía hallar uno (dentro de mi mente) que me deje satisfecho. Esta vez no es la excepción.
    Aunque, como siempre, la última palabra es de ustedes.
    Les dejo un abrazo enorme, gracias por la paciencia.

    PD: "Arco iris nocturnos" es una frase que le robé a Akire, una lectora. Gracias.
    Anónimo said...
    Pobre la mujer!!! se habrá quedado preocupada..o tal vez no; tal vez tambien ella estaba esperando eso; aunque.. bueno, después de todo esta es la historia de él.
    Me encantó.. como siempre.Ahora espero que mis comentarios no se vuelvan rutinarios como la vida de Silvio, y te canses de leerlos. Te prometo que buscaré, yo también, en mi mente, frases para escribirte comentarios más originales. Claro, que de aquí que las encuentre....
    Thanks once again. Liliana
    Emmanuel Frezzotti said...
    Liliana: Nunca (¡jamás!) tus comentarios me resultarán rutinarios. Los espero ansioso luego de publicar cada historia. Te mando un abrazo gigante. Y como siempre: GRACIAS.
    "Moradora De Sion" said...
    también habemos mujeres que odiamos esa rutina matrimonial, y esos besos sin sabor y ese "sexo descafeinado" al que te refieres.
    Creo que no hubiera aguantado tantos años. No muy me gusto la parte de la marihuana por que miles de personas tomamos la desicion de volar tras nuestros sueños sin necesidad de ella, pero se que tambien miles de personas necesitan un estimulo así para darse el valor. Es una parte de nuestra realidad, que le vamos a hacer.
    Muy lindo cuento, mas tarde leeré los demás.
    Emmanuel Frezzotti said...
    Moradora de Sion: Gracias con los elogios. Con respecto a la parte que no te gustó (de la marihuana): el personaje no decide "volar" por los efectos del cigarrillo. Sino porque la marihuana, que es uno de los símbolos del de los sesenta y setenta, le recuerda su época de joven idealista, cuando luchaba contra el sistema. Tampoco hay que olvidar que esto es una ficción, y los personajes de mis ficciones son muchas cosas, menos moralistas o perfectos.
    Te mando un saludo enorme, te espero por aquí nuevamente.
    Anónimo said...
    Hola ^^ ya, se me hacìa raro esperè el lunes, el martes y oh sorpresa!!! el mièrcoles cuando encendì el pc, y ya habìa una historia nueva!
    Lo he leìdo detalladamente (como debe de ser), este relato sì me encantò debo de admitir ^.^ ...ya que sinceramente me he identificado con la historia, a veces nuestra vida se convierte en una rutina y dejamos de lado muchas cosas que valen la pena mirar...
    me gustò algunas frases que usaste como el "sexo descafeinado" (genial!), pero me ha quedado una duda, a veces me da la sensaciòn de que al decir: "gigante rutinario" te refieres a la vida de Silvio, pero en un pàrrafo expones: mientras el gigante dormìa profundamente...estarè muy agradecida a ver si me explicas a que te refieres con el "gigante".
    muy buen relato, encantada de leerlo ^^ te cuidas, un abrazo.
    Emmanuel Frezzotti said...
    Seymi: gracias por preguntar, sabía que esa frase podía no quedar del todo clara: cualquier gran ciudad es un gigante, y siempre son rutinarias. Se llenan de gente durante las horas laborales y mueren a la noche, multitudes durante el día y abandono en la oscuridad. Sólo el desierto tiene esos extremos.
    Me interesó colocar al personaje dentro de ese gigante que lo marchita.

    Perdón por la tardanza en la publicación, te mando un abrazo. (y mil gracias por los elogios).
    Anónimo said...
    Yo, en mi incapacidad de comentar objetiva y precisamente, ademas de no saber expresarme en palabras como me siento (o como siento el cuento), solo puedo decir, que es excelente.

    Sigue adelante, y saludos desde Ecuador.
    Anónimo said...
    Eres un sol, y debo confesarte que es la primera vez que una de tus historias me hace reir. Pero te diré que al darle Silvio la noticia a su esposa del abandono; ella quizo llorar pero no pudo, y sin rencor reconocio que lo único que compartian era la hipocresía y el aire cargado de insatisfacción que respiraban, asi que soltó el suspiro que habia profundizado y aceptó con preferencia el futuro solitario pero tan transparente y real como la lluvia... Este cuento es fantastico, solo me dio tristeza la pobre mujer y me senti mejor imaginandome su reacción. Te envio un beso enorme
    Akire
    Emmanuel Frezzotti said...
    Mario: Muchísimas gracias (como siempre) por tu comentario y tus visitas incondicionales.

    Akire: Me encantó la descrpción de "la otra historia". Te cuento que mi promesa se está llevando a cabo y dentro de unas semanas verás el producto terminado aquí. ¡Te mando un beso enorme! (Y otra vez gracias por la frase)
    cynthu said...
    hola emanuel!!! primero que todo quiero felicitarte por the flower power, lo que creo yo de tu historia es que es pura realidad, y asi de cruel, pero que le agregaste algo de picante en le final, ya que la mayoria, volveria a su casa y mientras engaña a escondidas, le sonrie a la mujer ( no se si me explico).
    Eso qde dejarla picando en el final esta bueno.
    Y por segundo quiero decirte que conoci tu blog gracias al comentario que dejaste en la pag. de mi primo, las cronicas del angel verde, que de por si tambien tiene lo suyo.
    bueno emmanuel, te felicit por tu pag, y por tus grandes historias, segui así !!! mi blog es; http://cynthulocura18.blogspot.com, cuando puedas visitalo, eso si no creas que es gran cosa rte podras imaginar que con 18 años no soy conocedora de la vida, pero me gustaria que lo leas y deje tu opinion y por sobre todo que seas sinsero, no me enojo...
    besos emma!!!nos vemos
    Anónimo said...
    Hoy has dejado la dirección de tu pagina en YR y curiosa como soy fui a verla. Te felicito de todo corazón, escribes maravillosamente bien. Gracias por poder leerte.
    Un beso
    Emmanuel Frezzotti said...
    Cynthialaloca: Muchas gracias por tu comentario. No te preocupes, yo tampoco sé nada de la vida, tengo 22. Te prometo que voy a pasar por tu blog. Te mando un abrazo!

    Luzbelitaaa: Muchísimas gracias! Espero que sigas visitándome. Besos.
    Anónimo said...
    Hola! Soy Mariel, (Jazmìn en YR).
    Te agradezco enormemente el haber permitido que entrara en tu espacio.
    Amo leer, y me encanta lo que has escrito. Sin exagerar, es admirable y en verdad te felicito. Mientras leìa, pensaba si has sacado un libro o tenès pensado hacerlo, deberìas, si no te molesta mi opiniòn.
    Màs adelante leì algo sobre un proyecto, sea cual sea, adelante, seguro te va a ir muy bien, tenès mucho talento!!!.
    Un beso enorme, de esta nueva admiradora,
    Mariel
    Ivana Fernández said...
    Hola Emannuel!!!! Hace mucho no pasaba por este mundo, y me encantò volver....sin quererlo, el tiempo pasò pero volvì, por que me di cuenta de que estas historias reconfortaban mi vida. La misma que por alli te lleva por el tiempo sin que te des cuenta.
    En estos dias me estoy poniendo al dia con tus relatos..pero sin duda siguen siendo fantasticos como siempre.
    Bueno, espero no aburrirte, te dejo mis datos asi me suscribis...y no te preocupes por los cambios de la pagina, que los cambios sirven y mucho, y sin dudas traen aires nuevos....
    Besos de todo corazòn y sigo leyendote....

    Ivana Fernàndez
    vania3007@gmail.com
    Emmanuel Frezzotti said...
    Mariel: Bienvenida y enormes gracias por tus comentarios tan elogiosos. No, no he publicado un libro. Besos!

    Ivana: ¡Se te extrañó! Me alegro que hayas vuelto, te mando un beso enorme. Gracias!
    JF said...
    La metamorfosis no llega sola. Solemos pensar que el agovio por la rutina viene de algo externo a nosotros, como una especie de castigo o condena, cuando somos nosotros mismos los que armamos nuestras rutinas y nos condenamos a ellas.

    Bien por Silvio que se dio cuenta de eso (y que se fumó un porro de mariguana y no necesitó LSD para ver arcoiris nocturnos ;)

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