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Ser

Primero separas los días en pares e impares. Lo haces sin siquiera pensarlo y pronto te encuentras con la mitad de una vida. O acaso lo que separas son las horas, o los minutos. O las noches de sus días. No importa, da igual. Siempre tendrás la mitad de una vida. Y sitúas, luego, tu cuerpo en la horizontalidad de tu cama, y te estiras en la soledad mientras las sábanas te envuelven y comienzas a buscar el sueño. Cuentas ovejas y no resulta. Entonces, comienzas a contar anécdotas. Vivencias pasadas que caen aleatoriamente en tu mente, como goteras de una memoria selectiva. Claro que sería simple si tan sólo pudieras contarlas. Pero no: caes en la trampa y empiezas a vivir dentro de cada una de las anécdotas. Estás dentro de ellas, atrapado. Ahora eres una simple marioneta de tu propia mente y sus goteras. Eres nada porque comienzas a ser tú mismo en un pasado en un tiempo que no es el ahora. Eres tú, atrapado en una anécdota. Es una excusa para dormir que se convierte en...

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