Corazones en vida de maqueta.


Hay corazones que vagan por allí, aún fríos, congelados, esperando el calor o el resurgir de lo que nunca nació. Se mantienen estáticos, no desparraman pasiones por el cuerpo, sólo cobijan en la oscuridad el reír y el llorar. Son almas muertas, piedras cargadas de demasiados sinsentidos. Han sido descoloridas por la razón extrema, ese pensar tan cruelmente meticuloso que no deja espacios para las casualidades, para la equivocación o el sabroso gusto del azar. Pero a Alma la necesidad de vivir le está despertando el corazón, con lánguidos pero constantes latidos.
Desde pequeña, la portación de apellido le exigió ser perfecta; y fue la mejor en eso de ser la mejor. Siendo adolescente se obsesionó por cultivarse y su carrera apurada la hizo saltear a La Cenicienta y la llevó directo a Kafka y Nietzsche. Egresada con honores pudo hacer gala de sus cinco idiomas y sus tres títulos universitarios. En ninguno bajó de promedio nueve.
A Alma el éxito profesional la llenó de artilugios; hermosa casa en barrio cerrado, autos importados acordes al vestuario del día y un esposo, tan perfecto como ella e igual de insulso. La perfecta carrera resultó tal como ella lo había planeado. Pero por alguna razón, Alma sentía cada mañana, luego de cerrar la ducha del baño, un enorme vacío y un sentimiento de soledad absoluta. Duraba poco, dos o tres segundos; hasta que la agenda del día giraba la atención. Pero eran los primeros síntomas de un despertar inevitable, porque hasta el éxito se torna aburrido sin pasión.
Esos años pasaron sin mayores novedades, sólo el triunfo cotidiano de la mente. Pero el día en que Alma cumplía sus primeros treinta y ocho años el destino se cansó de ser un simple observador. Volviendo a casa, entre medio de una copiosa lluvia, perdió el control de su automóvil e impactó contra un árbol. Simón fue el primero en asistirla, la extrajo del vehículo, y la acostó sobre la vereda. A Alma se le olvidó el dolor de cabeza al ver a Simón; de alguna manera experimentó algo muy extraño y desconocido para la racionalidad; en ese instante, bajo la lluvia y algo golpeada, conoció la magia y el encantamiento. Él sólo pudo darle su tarjeta y ofrecer sus servicios de abogado para luego marchar seguido por la prisa. Alma se subió a un taxi y viendo el sol caer entre las nubes grises, observando el río de luces naranja que los automovilistas dibujan sobre la autopista y sin saber por qué, comenzó a llorar. En su llanto había vacío y remordimientos, la razón fue callada por un fuerte latido y las penas comenzaron a desparramarse; era el día de su cumpleaños y sin embargo Alma sabía que, al girar la llave en la puerta de su casa, iba a encontrarse con oscuridad y silencio, conocía la agenda de su marido; mantener una carrera prominente lleva tiempo.
Como lo había predicho se lanzó abatida al sofá entre el silencio y la oscuridad. Buscó paz en un vaso de whisky pero encontró la tarjeta de Simón. Aún no sabe por qué, tal vez porque quiso seguir por primera vez en la vida su instinto, pero lo cierto es que esa noche lo llamó y la cita improvisada resultó fantástica. Simón, sujeto apasionado; abogado por conveniencia, sólo para solventar el hobby de vivir la vida; la hizo recorrer cada rincón de su corazón y la llenó de placer y desenfreno irracional. El nacimiento del amor fue prematuro. Alma dejaba en su olvido aquella relación de besos impares con su esposo.
Los encuentros ocasionales con Simón se sucedieron todo ese año, y entre primavera y otoño fantasearon con dejar todo e irse juntos a ninguna parte, crear una familia lejos de la ciudad, olvidarse de placeres hedonistas y perder la conciencia entre las sábanas. Pero el comienzo del invierno la encontró cargada de miedos a Alma y de nuevo comenzó a pensar.
Alma cambió teléfono, despidió para siempre a Simón y tapó su recuerdo bajo un colchón de cordura impía. Continuó su vida triunfalista creyendo poder saciar la adicción a los besos sabrosos con rutinas laborales. Pero los segundos de soledad en la ducha comenzaron a ocupar toda la mañana primero, y cada segundo del día después. Alma era una esclava de su propia vida perfecta en hogar de frío minimalismo. Pero, por más que lo quería, no tenía el valor de alzar el teléfono como aquella noche y llamar de nuevo a Simón.
La vida parca comenzó a azotarla cada vez con más fuerzas pero no hallaba puertas en ese laberinto, y cuando los caminos se cierran el suicidio comienza a ser un pensamiento constante. Al único año de su vida que valió la pena, ella misma le había cortado las alas. Y eso causaba dolor.
En su cumpleaños cuarenta y dos Alma fue rumbo a una pequeña plaza, de paz floreciente, donde los lectores se arrojan horas a sus sombras para perderse en la fantasía de los relatos. Allí pensó por última vez con seriedad en quitarse la vida. Y el destino, harto de que le den la espalda volvió a hacerse presente.
- Vámonos.
Alma sintió una mano que acariciaba con suavidad sus cabellos.
- ¿Dónde? - Le respondió llorando ella.
- A ninguna parte – Susurró Simón.

Aún no sabe por qué, tal vez porque quiso seguir por segunda vez en la vida su instinto, pero lo cierto es que ese día Alma le dijo adiós a su vida de maqueta y halló en el mar un lindo refugio para la pasión irracional.

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9 Comments:

  1. Carolina Amigo said...
    Un instinto que lleva a descubrir la vida...

    Saludos!!!

    seelie
    Yahuan said...
    ¡Qué bueno el irse aunque sólo sea por una vez a ninguna parte!, lo importante es irse de una vez, adonde sea, pero irsede una vez.
    Anónimo said...
    Anduve un poco mal y tengo un problemita grave com mis dedos, los cuales están adormecidos. Voi al doctor el 9 de octubre.
    Todavia, hoy resovi visitar todos mis blogs c/ link. Tus cuentos siempre me sorpreenden. Hubo un momento en que pensé que Alma iba a tener el destino de una personagen de Nelson Rodrigues.
    En mi blog tenemos muchos posts políticos como debes saber, la nueva elección será en veinticinco días.
    Unos son serios y otros de humor que de esta vida nada se lleva. Un abrazo y buen fin de semana, Emmanuel
    Anónimo said...
    Que magia. Tiene alma de escritor
    Anónimo said...
    Está demostrado (y esta historia escrita lo certifica) que todas las almas que pululan por el mundo necesitan de un cuerpo para alcanzar a sentir el amor.

    Después, lo del parentezco gemelo, se verá más adelante.

    Un abrazo...
    Anónimo said...
    Hoy domingo 8 de octubre he leido esto. es bastante bueno, y me he identificado bastante con alma, la unica diferencia de mi vida vacia es que yo la decidi, no soy sobresaliente en mi trabajo, hago lo mio y se acabo, pero de que me ha movido me ha movido.

    Nuevamente felicidades.
    crayones said...
    yo llegue aca, porque vos llegaste al blog de un conocido por clarin..
    y lei muy rapidamente por falta de tiempo, cosa que detesto..
    me gustó mucho
    asiq volvere!
    dww
    Anónimo said...
    Memo, ya te había dicho que tu historia parecía escrita para mí. Esta vez reitero lo mismo. Tenés la capacidad de describir exactamente lo que siento y pareciera ser que el personaje soy yo!!! Supongo que eso no me convierte en "especial", simplemente es porque SON MUCHAS LAS ALMAS SOLITARIAS QUE BUSCAN...
    TE FELICITO!!!!!!!!!!!
    ESPERO SIGAS DELEITANDONOS CON TUS HISTORIAS!!!!!!!!!!!!!
    BESOS...
    Anónimo said...
    hola memo , muy buen escrito
    soñe mucho con él esque encadila y aviva te felicito llegaras a ser muy bueno y no será golpe de suerte.

    jane

    http://espanol.answers.yahoo.com/question/?qid=20060926092322AAQCozx

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