Proyecto Manhattan.
Por alguna razón Eiko se levantó temprano esa mañana del seis de agosto. La noche se había prolongado entre desvelos y pesadillas, provocando el extrañar más intenso que alguien pudiera alguna vez sentir. Algunas alarmas antiaéreas habían sonado, pero ese sonido aterrador ya era rutina en Hiroshima y no alcanzaba para atormentar el sueño de ella. Fue otra cosa lo que provocó el levantarse de la cama, un presentimiento cargado de poder. Se dirigió directamente a la puerta del hogar y encontró, tal como esperaba, la carta que había anhelado con ansias los últimos meses.
Amada Eiko:
Lamento no haber escrito más, pero aquí las cosas han girado hacia la catástrofe; cada día es una seguidilla de supervivencia entre la muerte y la desesperación. No puedes imaginar lo mucho que deseo estar a tu lado, en paz conmigo mismo. No puedo dejar de preguntarme qué sentido tiene todo esto, ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué debo matar a otros como yo? ¿Cuál es la razón?
Segundo a segundo el pasado vuelve y, por sobre todo, el arrepentimiento. Tal vez hayas tenido razón, no lo sé, es tan difícil pensar con claridad en este contexto… Podría haber desertado, lo sé. ¿Pero cómo seguir viviendo luego, sabiendo que he defraudado a mi patria, a mi tierra? El camino a elegir cada día se hace más nebuloso, y los caminos ya elegidos se borronean detrás de mí. ¿Dios quiere que esté aquí? ¿Nuestra tierra necesita de mi valentía? ¿Con qué fin?
Desde hace algunas semanas se vislumbra el final; algunos lo adelantan persiguiendo el suicidio, otros como yo, por ti o por la esperanza o por ambas, nos mantenemos con vida mientras los generales nos prometen que así seremos héroes. Pero ya no estoy tan seguro de nada; sólo que la muerte, y tu también lo sabes mi amada Eiko, me espera inexorable.
Sus ojos inundados le impedían continuar con la lectura. Sentía su garganta anudándose y un enorme vacío. El reloj marcaba las ocho en punto de la mañana y hacía varios minutos que las sirenas habían vuelto a sonar.
Me reconforta saber que mi sufrimiento y mi esfuerzo tal vez sirven para cuidarte a ti. Que mi muerte puede ser el motivo de tu vida. Esa es la fuerza que me impulsa, aunque a veces flaquea en el miedo, cuando tengo que ver a compañeros caer abatidos, o esperar por horas y a veces días encerrado en estas cuevas mientras las explosiones se suceden una tras otra, y el polvillo del temblor de la tierra cae sobre mí, y comienzo a desear que alguna bomba escupa su muerte lo suficientemente cerca como para terminar con mi vida; aunque por suerte o desgracia eso aún no ha sucedido.
Eiko, intentando salirse del dolor que la carta le provoca, alza la vista y mira hacia el exterior de la casa. Es un día soleado, realmente hermoso. La gente camina tranquila, inmutable pese a las sirenas. Son las ocho y diez de la mañana.
Cada día sueño contigo, con volverte a ver, con estar juntos. Sueño con los hijos que aún no hemos tenido, con llevarte a pasear a la rivera del río Ota, con tu piel, tus ojos. Sueño con esa mirada que me despidió hace dos años, que en su silencio decía miles de cosas. Sueño, sobre todo, con esa mirada arrebatándome de este infierno, llevándome lejos, a la paz del hogar, abrazándome y diciéndome que me perdonas por abandonarte, que me perdonas por cargar en mis hombros a tantas víctimas; prometiéndome esperanza mientras me susurras que el ser humano alberga aún algo más que mera muerte.
Pero son sólo sueños. La realidad es atroz. El amor, el nuestro, sólo es insignificancia ante la perversidad del odio que emana la humanidad. Quisiera, amada Eiko, ser mensajero de esperanza, pero he visto lo suficiente como para comprender que en la vida terrenal nuestro amor no tendrá espacio. Si existe la eternidad después de todo esto, entonces deberás saber que allí estaremos, juntos e inseparables. Mientras tanto, lo único que puedo decirte es que te esperaré en el otro mundo, tal como tú me esperas ahora, entre dolor y esperanza, durante cada suspiro, cada segundo y cada día. Gracias por llenarme de gloria, perdón por haber elegido el camino que nos separó.
Te amo eternamente, Iwao.
El reloj marca las ocho y cuarto apenas pasadas. Eiko, mientras dobla la carta y la aprieta contra su pecho, oye un silbido macabro. Sólo alcanza a levantar otra vez la vista; comprende poco, entiende menos; pero sabe que ese niño con el que cruza la mirada llora en su alma. El tiempo se detiene, las palabras de Iwao vuelven una tras otra. La eternidad, la eternidad. En el otro mundo. Te amo. La luz más brillante lo cubre todo, de pronto el infierno se hace terrenal. Calor, mucho, demasiado calor. Y al segundo siguiente todo lo que estaba ya no está, y sólo queda el silencio de la muerte evaporándose. Sólo queda la desolación que construye la destrucción de la mente humana.
Hiroshima, mon amour.
Copyright © 2007
Amada Eiko:
Lamento no haber escrito más, pero aquí las cosas han girado hacia la catástrofe; cada día es una seguidilla de supervivencia entre la muerte y la desesperación. No puedes imaginar lo mucho que deseo estar a tu lado, en paz conmigo mismo. No puedo dejar de preguntarme qué sentido tiene todo esto, ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué debo matar a otros como yo? ¿Cuál es la razón?
Segundo a segundo el pasado vuelve y, por sobre todo, el arrepentimiento. Tal vez hayas tenido razón, no lo sé, es tan difícil pensar con claridad en este contexto… Podría haber desertado, lo sé. ¿Pero cómo seguir viviendo luego, sabiendo que he defraudado a mi patria, a mi tierra? El camino a elegir cada día se hace más nebuloso, y los caminos ya elegidos se borronean detrás de mí. ¿Dios quiere que esté aquí? ¿Nuestra tierra necesita de mi valentía? ¿Con qué fin?
Desde hace algunas semanas se vislumbra el final; algunos lo adelantan persiguiendo el suicidio, otros como yo, por ti o por la esperanza o por ambas, nos mantenemos con vida mientras los generales nos prometen que así seremos héroes. Pero ya no estoy tan seguro de nada; sólo que la muerte, y tu también lo sabes mi amada Eiko, me espera inexorable.
Sus ojos inundados le impedían continuar con la lectura. Sentía su garganta anudándose y un enorme vacío. El reloj marcaba las ocho en punto de la mañana y hacía varios minutos que las sirenas habían vuelto a sonar.
Me reconforta saber que mi sufrimiento y mi esfuerzo tal vez sirven para cuidarte a ti. Que mi muerte puede ser el motivo de tu vida. Esa es la fuerza que me impulsa, aunque a veces flaquea en el miedo, cuando tengo que ver a compañeros caer abatidos, o esperar por horas y a veces días encerrado en estas cuevas mientras las explosiones se suceden una tras otra, y el polvillo del temblor de la tierra cae sobre mí, y comienzo a desear que alguna bomba escupa su muerte lo suficientemente cerca como para terminar con mi vida; aunque por suerte o desgracia eso aún no ha sucedido.
Eiko, intentando salirse del dolor que la carta le provoca, alza la vista y mira hacia el exterior de la casa. Es un día soleado, realmente hermoso. La gente camina tranquila, inmutable pese a las sirenas. Son las ocho y diez de la mañana.
Cada día sueño contigo, con volverte a ver, con estar juntos. Sueño con los hijos que aún no hemos tenido, con llevarte a pasear a la rivera del río Ota, con tu piel, tus ojos. Sueño con esa mirada que me despidió hace dos años, que en su silencio decía miles de cosas. Sueño, sobre todo, con esa mirada arrebatándome de este infierno, llevándome lejos, a la paz del hogar, abrazándome y diciéndome que me perdonas por abandonarte, que me perdonas por cargar en mis hombros a tantas víctimas; prometiéndome esperanza mientras me susurras que el ser humano alberga aún algo más que mera muerte.
Pero son sólo sueños. La realidad es atroz. El amor, el nuestro, sólo es insignificancia ante la perversidad del odio que emana la humanidad. Quisiera, amada Eiko, ser mensajero de esperanza, pero he visto lo suficiente como para comprender que en la vida terrenal nuestro amor no tendrá espacio. Si existe la eternidad después de todo esto, entonces deberás saber que allí estaremos, juntos e inseparables. Mientras tanto, lo único que puedo decirte es que te esperaré en el otro mundo, tal como tú me esperas ahora, entre dolor y esperanza, durante cada suspiro, cada segundo y cada día. Gracias por llenarme de gloria, perdón por haber elegido el camino que nos separó.
Te amo eternamente, Iwao.
El reloj marca las ocho y cuarto apenas pasadas. Eiko, mientras dobla la carta y la aprieta contra su pecho, oye un silbido macabro. Sólo alcanza a levantar otra vez la vista; comprende poco, entiende menos; pero sabe que ese niño con el que cruza la mirada llora en su alma. El tiempo se detiene, las palabras de Iwao vuelven una tras otra. La eternidad, la eternidad. En el otro mundo. Te amo. La luz más brillante lo cubre todo, de pronto el infierno se hace terrenal. Calor, mucho, demasiado calor. Y al segundo siguiente todo lo que estaba ya no está, y sólo queda el silencio de la muerte evaporándose. Sólo queda la desolación que construye la destrucción de la mente humana.
Hiroshima, mon amour.
Copyright © 2007
Comentarios
Los efectos de la bomba al momento de la explosión fueron estos:
A las 8:16:43, la bomba estalló a la altura convenida, con una explosión de la magnitud de 20.000 t de TNT.
A las 16 milésimas de s, de la detonación, se desplegó una bola de fuego primero violácea y luego de color blanco intenso y brillante como un flash fotográfico, con una temperatura de 50 millones de grados. Quienes vieron esa luz y vivieron para contarlo, quedaron ciegos permanentemente (muriendo meses después debido a la radiación).
A las 25 milésimas de s, la bola alcanzó un diámetro de 300 m, que vaporizó instantáneamente a todas las personas dentro de la clínica Shima y a miles quienes circulaban directamente debajo del estallido. La presión ejercida por la onda expansiva inicial fue de varias ton/cm2 y comprimió enterrando varios metros las columnas de la Clínica Shima. En algunos instantes se creó una columna invisible cuya compresión resultó enorme, el calor y la presión instantánea vaporizaron a más de 80.000 personas.
A las 60 milésimas de s, la bola se expandió abrasando todo alrededor, a más de 500 m de radio y carbonizando con radiación infrarroja todo ser a 1,5 km del hipocentro.
2 s después de la detonación de la bomba, la onda expansiva comprimida, denominada «soplo de la explosión», había destruido todo alrededor de 2,5 km de distancia, incinerando a quienes se encontraban en ese sector. La onda expansiva de alta temperatura devastó con vientos desde de 800 km/h, destruyendo totalmente las construcciones ligeras del resto de la ciudad, haciendo que los pedazos de las construcciones ligeras de madera y similares, sirvieran como verdaderas flechas.
En el cuartel del "2º Cuerpo del Ejército", a 800 m del hipocentro, el patio estaba lleno de militares ejercitándose y quedó súbitamente lleno de cadáveres humeantes. La batería antiaérea que estaba sobre la montaña Futaba (a 2000 m del centro) quedó parcialmente destruida por la onda expansiva. Pocas semanas atrás desde allí habían derribado a dos B-26.
La bola de fuego comenzó a ascender, consumiendo miles de m3 de oxígeno. Las corrientes ascendentes crearon una columna de vacío que succionó contravientos hacia el hipocentro, se percibía un sabor a plomo en el aire.
En ese momento, observadores hasta a 20 km de distancia de Hiroshima pudieron ver el hongo atómico ascendiendo completamente silencioso (el bramido los alcanzaría un minuto después, debido a que el sonido se mueve a 340,46 m/s).
5 s después del estallido, todo el daño estaba consumado.
(Fuente: Wikipedia)
- La frase final ("Hiroshima, mon amour") es el título de un film de Alain Resnais.
- `Sólo el mundo y yo´ está participando en el concurso de blogs organizado por Intel. Si quieren votarme lo único que deben hacer es clickear sobre la imágen del concurso que aparece al costado del blog (en la cabecera). Alcanza con un click, nada más.
Desde ya, muchas gracias.
Hace unos días atrás vi un documental acerca del proyecto Manhattan... tres minutos antes de terminar el documental miré mis manos, húmedas, como están en este momento...
Escalofriante...
Excelentes líneas.
Un abrazo.
Saludos.
Mario: Supongo que no tuviste un buen día. Si puedo ayudarte en algo cuenta conmigo.
Que puedo decir de la carta! maravillosa, no tengo palabras para describirla... me encantò...y bienvenido nuevamente a tu blog (nunca pensè decirlo ;) )espero que hayas disfrutado de tus vacaciones =D
Un abrazo.
Gracias por tu comentario y por tu bienvenida. (Las vacaciones se hicieron un poco cortas, pero fueron muy lindas)
Saludos!
Besos Emma....
Ivana.
Es una hermosa historia de amor, y a la vez triste, como la realidad misma. Gracias por este recuerdo. Es necesario a veces, recordar estas cosas; porque las otras, las de ahora, las tenemos presentes como el pan de cada día.
Un besito.Liliana
Me alegra saber que no soy el único loco que aún sueña con las utopías, que aún hay gente que quiere intentar cambiar el mundo. Te mando un abrazo enorme.
(Gracias...)
bueno perdon me colgue la cuastion aca es que tu historia es espectacular, y te felicito por hacer llegar esta realidad a los lectores de tan marabillosa manera.
bueno ema , como te lo repito siempre: segui asi!!!!!
besos cyn_thu_locura
No soporto los juegos electrónicos, ni los de guerra. Cada día del gobierno del Imbecil me hace más deprimida y reclusa en mi casa.
Tu blog es†á tan bonito. Es una lástima que no pueda visitarte siempre.
Besos del Universo Anárquico,
http://salvemosalplaneta-lawebdeanahi.blogspot.com/
Espero tus comentarios!!!
Anahí M. Llanes.
Un saludo.
Una historia donde está presente la lucha de los contrarios.
El odio , la perversidad, la muerte que trae consigo la guerra.
Y el amor, sentimiento profundo duradero, lleno de ternura y esperanza.
¡Felicitaciones!
Un abrazo
Susy
Muy bueno
Nacho
me podras desir quien la canta y cual es el nombre?
de antemano te felicito...
att: oscar noriega sandoval
No puedo negarte que cada vez que lo leo, lloro.Es dolor profundo , eso tan bonito que escribiste.
aaaayyyy¿ cuanto emocionas mi corazón y mi alma; si lo supieras cuanto...
te mando besos.
la verdad es que tenía a Albert Einstein como uno de los mas grandes hombres que ha concevido nuestra madre tierra, pero hoy he descubierto que fue un hombre que no pensó antes de actuar al enviarle esa carta el 2 de agosto de 1939 al presidente Roosevelt sugiriendole la creación de la bomba atómica, la verdad es que no se en que estaba pensando pero inclusive yo hubiese dicho no a esa creación por que fue una de las mayores causas de la destrucción de muchas personas, aquella vez que esa bomba cayó sobre Hiroshima apagando todas aquellas llamamas de las vidas de personas inocentes que la única culpa que tenían era haber nacido en ese lugar y haber estado en ese mismo sitio el día en que cayó la bomba sobre Hiroshima.
La verdad es que la violencia y la lucha me parece lo mas bajo y retrógrado de nuestra sociedad, la guerra es algo que nos hace sacar a la luz lo más primitivo de nuestro ser y es algo repulsivo y verdaderamente inhumano, ya que semejante atropello contra la sociedad me parece un acto vil y mezquino y aquel que lo propuso no se merece ni siquiera el odio de las personas, y es algo lamentable que no merezca ni el odio de las personas, ni siquiera que sea mencionado aquel ser tan vil que no pensó en lo que estaba haciendo cuando escribió esa carta en nombre de los cinetíficos es una verdadera indignidad.
! lo digo con todo el respeto pero es la verdad y en muchos caso y son en la mayoría, la verdad duele!
tambien he querido alucir a esa parte de la guerra en la que Pearl Harbor fue bombardeada por Japón, porque es una forma muy mala y mezquina de arreglar sus diferencias, como personas civilizadas deberian heber hablado y arreglar sus diferencias sin que por error de ellos muchas personas mueran vana e injustamente, tal vez los cientificos de europa y Estados unidos, ofendidos tomaron la decisión de enviar al presidente Roosevelt la carta del 2 de agosto para sugerirle la creación de la bomba atómica, pero ese no fue el camino correcto para elegir, ya que una cosa de tal magnitud como bombardear una ciudad donde moriran mas inocentes que los verdaderas culpables no es digna de una persona que se respete, pero ni tampoco responder con la misma moneda, por asi decirlo, como lo hizo Estados Unidos contra Japón. eEn estos casos ante todo y por encima de cualquier cosa que pueda ofender, primero es hablar y arreglar sus diferencias, ya que todo tiene solución Menos la MUERTE, y es algo que el ser humanop sabe pero que en muy pocas veces practica.